Mi recuerdo más lejano sobre las  acuarelas se remota a mi infancia... yo tendría sobre 5 ó 6 años cuando mi madre me regaló aquella primera cajita de acuarelas  en Aranjuez, dónde yo vivía... Aquello fue un "tesoro".Me permitía abrir y cerrar esos colores  a mi antojo,esos colores  que estaban secuestrados dentro de aquella cajita metálica...Esta vivencia me marcó. 
Siempre, en casa, mi hermana y yo usábamos las acuarelas como entretenimiento...sin métodos precisos,sin normas...".jugábamos  a pintar".
Ya,de adulta, Ángel Vaquero  me enseñó a ver los colores del entorno y a utilizarlos de una manera más académica. Raúl Ramírez, me hizo descubrir la importancia del proceso creativo, cuyo objetivo no era tanto el resultado, sino la capacidad de disfrutar  de su desarrollo.
y... ahí me encuentro...
Durante el  verano del 2018 viajé a Edimburgo y ... volví a descubrir una preciosa caja de acuarelas en un rancio escaparate de la ciudad.Dudé varios días en entrar hasta que me decidí y ...aún hoy sigo sin estrenar mi caja de acuarelas...Ese tesoro de luz y color; esa luz y color que envuelve a Criptana por el Salicor, por el Monte Chito, por el palomar y por tantos sitios que me encanta recorrer con Juan Carlos.
Quiero  dar las gracias a mis "profes", a mis amigos que han confiado en mi, a mis hijos Raquel y Carlos, a Juan Carlos con él que comparto vida y aficiones, a mi hermana por jugar a pintar y.....a mi madre..... por comprarme aquella caja de acuarelas.
¡Gracias!